Una historia perversa de amor dosificada en microalientos

miércoles, 8 de junio de 2011

I WANT YOU 8

 

Helga está consiguendo poco a poco infiltrarse en territorio enemigo, tanto es así que hoy al verla llegar Julia ha dejado al cargo del negocio a una gafitas con cara de sosa y se ha ido con mi amiga a la cafetería de enfrente, a tomar el almuerzo. Eso me ha hecho cambiar de posición y espio el panorama desde la misma acera de la agencia inmobiliaria, hoy con gorra de visera, gafas de sol y camisa hawaiana.
Los muchos días sin emociones me hacen andar con la guardia baja y cuando le veo a ÉL bajarse de una monovolumen y entrar sonriendo a la agencia, casi pierdo la compostura y me pongo a gritar allí mismo. Solo lleva unos vaqueros y una camisa blanca, pero está tan guapo como si se hubiese preparado para un desfile de alta costura. A la gafitas de ahí dentro se le afloja sin duda algo en la entrepierna al verle porque empieza a culear y reir atolondradamente como una chucha en celo, y yo me doy la vuelta para mirar al tendido, sudando frío e intentando decidir un plan sobre la marcha.
En cuanto completo el giro de 180 grados, me doy de frente con Tommy, el jilipollas de la tienda de ropa intima masculina con su pinta de surfer de secano, que me sonrie sujetando ante sí un termo y una taza de plástico humeante.
- Que tal, agente. No se preocupe, no voy a interferir en su trabajo, pero he creido que le vendría bien un cafetito para mantenerse alerta durante la espera.
Voy a mandarle a la mierda pero en un vistazo rápido me doy cuenta de que ÉL ha reparado en mi tras la cristalera y frunce el ceño como si estuviese a punto de reconocerme. Entonces fuerzo una sonrisa para el surfista-pijo, le agarro por las caderas y empiezo a besarle como si no hubiese esperado otra cosa desde la última vez que nos vimos. "Vamos p'adentro, que te vas a enterar, bollito" le susurro en la oreja y le meto a empellones en su tiendecita repleta de calzoncillos psicodélicos.
"Ahh, agente, ahhh" me jadea pero yo apenas traspasamos el umbral le suelto y me acurruco tras el escaparate, para verle a ÉL cruzar la calle y reunirse con Julia y Helga en el local de enfrente. Tras resoplar entre aliviado y frustrado, me vuelvo a Tommy que aferrado al mostrador me contempla como una colegiala a punto de ser violada por un mercenario.
-¿Me va a doler? -murmura creo yo que esperanzado-.
-No va a dolerte nada. Ha sido una maniobra de distracción, lo siento. Eeeeeh...el cuerpo de Policía y el Gobierno te agradecen tu colaboración, ¿vale?
-Ah, vale...entonces no va usted a...ya sabe...
Contemplo a Tommy como si no diese crédito a tanta depravación y salgo furtivamente de la tienda, esperando que Helga me de un parte detallado de todo lo ocurrido allí delante en cuanto volvamos a encontrarnos.
"¡Hasta la vista, agente!"cacarea Tommy con vocecilla de falsete, pero yo ya estoy cerrando la puerta detrás mío y no me molesto en responder.

3 comentarios:

  1. Pobre Tommy, esto sí que es todo por la patria.

    Observo que has comentado en tu otro blog tus lecturas de novela negra y ahora por aquí, a tu peculiar manera, se va viendo la influencia.

    Qué irán a hablar SuperHelga y esos dos felizmente casados.

    Espero la próxima chaval.

    Un besazo.

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  2. Otro beso para ti, guapo...a ver como resulta esto porque yo mismo estoy también un poco a la expectativa. Tentado de incluir a la señora de cielos-sodomitas en el rollo, por darte gusto más que nada, jaja...
    gracias por las visitas, que sé que andas liado...

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  3. Cuando el lugar que se visita tiene todas las comodidades (incluido aire acondicionado ahora que el infierno empieza a desatarse) y encima dentro uno se lo pasa bien, el lio personal de cada uno queda aparte.

    Y eso de darme gusto, pues oye, yo encantado, pero dejálos a los personajes que tomen su propio camino no?

    Un beso de vuelta

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