Una historia perversa de amor dosificada en microalientos

domingo, 8 de mayo de 2011

I WANT YOU 4


Ella es rubia, pecosa y guapa como una actriz de película de amor americana. Trabaja en una agencia inmobiliaria, por eso me he presentado allí con el traje de americana y pantalón que utilizo para las bodas y una fingida necesidad imperiosa de conseguir una casa unifamiliar para instalarme en la ciudad a primeros del mes que viene.
“es muy precipitado pero encontraremos algo” me dice con una sonrisa mientras yo la evalúo. Lleva un sencillo vestido blanco que cuelga de sus hombros sin esfuerzo, ni rastro de maquillaje y un ligero perfume que no sé si es algo artificial o algo que emana de su propia piel. Algo que yo reconozco porque es parte del aroma de él. 
Antes de que pueda pronunciar una frase más de millonario ingenioso, escucho un frenazo en la calle, me vuelvo y le veo bajar del coche, con unos vaqueros y una camiseta blanca pero tan hermoso que me quedo sin aliento. El hombre de acción que hay en mi consigue retomar el mando de la situación, dejo de babear y logro balbucearle:
“perdón, ¿les toilettes? Me siento repentinamente indispuesto”
Ella, también hipnotizada por el cadencioso caminar del cuerpo de su hombre, también tarda un instante en volver a la realidad y mirarme como si hubiese olvidado que yo estaba allí.
“oh si...es aquella puerta...perdone es que acabo de ver llegar a mi marido y me he despistado un momento. Espero que no se encuentre mal, en serio...”
le devuelvo la sonrisa, cómplice sin saberlo ella de su fascinación.
Luego entro al baño, un segundo antes de que él entre.
“estas sola” le oigo cuchichear divertido
“noooo” susurra ella ahogada por la risa
a riesgo de ser sorprendido empujo la puerta y veo su espalda, los brazos de ella asomando a cada lado agarrándose a sus hombros y ese culo perfecto objeto recurrente de mis sueños embutido en los vaqueros empujando adelante y atrás como si quisiera follársela allí mismo.
Mierda, me estoy empalmando...
Ante las opciones de cáscarmela allí mismo u optar por una retirada digna, termino descolgándome por el pequeño ventanuco del lavabo que da a la parte trasera, dejando el fondillo del pantalón de gala enganchado en un clavo mal rematado.
"No pasa nada" me digo de vuelta a casa mostrando al caminar buena parte del trasero a los transeuntes "esto no ha hecho más que empezar."

2 comentarios:

  1. ME ha gustado leerte... es como ver una peli a traves de otros ojos... besitos

    ResponderEliminar
  2. Uy, ese tornillo que a punto ha estado de dejarno sin uno de los principales secundarios de la historia: el pene del prota.

    Que sería del amor sin el masoquismo y las ganas de líos...

    ResponderEliminar