El día estaba resultando especialmente sofocante, en parte por la meteorología circundante y sobre todo por el surfista pijo que en vez de atender a su negocio ha pasado plantado a mi lado buena parte de la mañana, en ese momento con una taza de plástico llena de zumo de naranja y un donut cubierto de chocolate en la otra, cloqueando: "por favor, agente, tiene usted que comer algo, es por el bien del país". Al fin se me han hinchado los cojones, le he agarrado por el pescuezo y he siseado:
- ...pero vamos a ver, el puto planeta está en peligro y tu como si nada te estás cargando la misión secreta con tus bollos atiborrados de grasas saturadas y tu jodido parloteo...¿no ves que cuando la raza humana se extinga gracias a ti nadie se va a acordar del jilipollas que mandó el establismen a tomar pol culo?
Cuando he aflojado la presa en su cuello ha alcanzado a interrogar en tono ahogado "¿"establismen"?"como si no supiera de qué le estaba hablando, pero en esto hemos escuchado un chirrido de neumáticos y pequeños gritos de pavor que nos han hecho volvernos olvidando lo que estábamos hablando. El terror vecinal y el colapso circulatorio se debían a la mismísima Helga, que en ese instante cruzaba la calle ataviada con algo a medio camino entre un traje de primera comunión y el vestidito de novia ligera de cascos que se calzaba la Madonna en sus videos like-a-virgin-ochenteros. Al verme ha practicado una caida de ojos realmente espeluznante con unas pestañas cargadas de rimmel densas cual pantanos de Louisiana, y ha dicho:
-¿Monsieuuuuur?
He mirado a derecha y a izquierda consciente de que todo ser vivo en cincuenta metros a la redonda estaba pendiente de su anatomía envuelta en encajes voladores y le he susurrado:
- Creo que estamos llevando demasiado lejos el numerito de millonaria extravagente. Quizás sería conveniente decantarse por disfraces más sencillos que no llamen la atención, ¿qué me dices, Helga?
- ¿Quien se ha disfrazado? -ha respondido impertérrita-.
Algo no me ha gustado en su expresión, se me ha llenado el pecho de un frío glacial y he tenido que preguntar:
-...Helga...Helguita...todos tenemos claro de qué bando estamos en esto, ¿verdad?
No ha abandonado su mirada gélida al contestar:
- Yo no tengo ninguna duda. Y tu, ¿sabes cual es el tuyo?
En esto un taxi se ha detenido frente a la tienda y ha bajado ÉL con su aire encantadoramente informal de modelo de pasarela ( ...camiseta negra, pantalones de lino solo un poco ceñidos a su culo, su sonrisa, sobre todo su sonrisa... ), con lo cual he agarrado al surfista y he hecho como que me lo estaba comiendo allí mismo mientras le decía en voz baja "ya sabes..." Él ha demostrado su sentido patriótico diciendome "...por el bien del planeta, ya" para acto seguido meterme la lengua hasta la campanilla. Este suceso ha levantado unas cálidas mariposas en mi estómago que casi me han hecho olvidar donde estaba y cual era el objeto de mi misión, hasta que he oido a Helga canturrear y las mariposas se han espantado.
- ¡JELOUUU, DANNNY!
- Caray, Helga, estás...impresionante -ha dicho a él con cierta vacilación en la voz- ¿entras?
- OH OUI, MONSIEURRR...
He tenido tiempo de ver como antes de entrar en la inmobiliaria él nos contemplaba al surfista y a mi con el relativo asombro del que ve dos personas del mismo sexo entregándose sin pudor y en plena calle a sus afectos. Después, lo que es peor, he podido ver la mirada que Helga me ha dedicado por encima del hombro mientras desaparecía detrás de el...una mirada en la que se podía apreciar que yo ya no era su conejito, que ella ya no era el arma secreta con la que podía contar...
...ahora éramos...
...joder, ¡éramos rivales!...
- No puedo creerlo -he jadeado liberándome del efecto-ventosa de la boca del surfista-.
- Yo tampoco. Es amor a primera vista, ¿verdad?
Le he contemplado confuso intentando discernir si hablaba de Helga y mi hombre o de él conmigo mismo. Luego los dos nos hemos vuelto al unísono porque a un lado teníamos a la señora de las gafas de concha del otro día embutida en un vestido floreado y con una enorme pamela de paja en la cabeza. Nos ha contemplado unos segundos, ha dicho "je-je" y a continuación ha soltado:
- El Señor derramará una lluvia de fuego y azufre sobre la ciudad, y todo por culpa de depravados como ustedes. Que pasa, ¿que no tienen casa?
- Ahora que lo dice la señora, mi apartamento está encima de la tienda -ha cacareado Tommy como si ella hubiese dicho "teneis mi bendición hijos mios, id y fornicad hasta cansaros"- ¿te apetece subir un ratito?
La señora se ha ido para un lado barbotando "jesus-jesus" y yo me he ido para el otro, pensando que todo mi plan debía ser rediseñado.
Porque si Helga estaba detrás de mi hombre y había dejado de mirarme como a su conejito, yo ahí fuera solo estaba haciendo el jilipollas...
( la imagen, de Steve Walker, que se me cuela por todos lados estos días porque de veras que me encanta...)